Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

lunes, 28 de abril de 2014

Sobre la felicidad y la virtud



Llamemos bienaventurado al hombre aquel para quien no existe lo bueno ni lo malo, sino un espíritu bueno o malo: que practica la honestidad, que se conforma con la virtud, a quien no llenen de soberbia los bienes de la fortuna, ni tampoco lo abatan; que no haya conocido otro bien mayor que aquel que se puede dar él mismo: para quien la verdadera felicidad consistirá en el desprecio de los placeres. Si quieres divagar, está permitido, con absoluta y entera libertad, considerar estos mismos conceptos bajo otros aspectos diferentes. Porque, ¿quién nos impide a nosotros decir que la felicidad de la vida consiste en tener el espíritu libre y elevado, sin miedo y seguro, y colocado fuera del alcance del temor y de la ambición; un espíritu para quien el único bien está en la honestidad, y el único mal en la vileza? Todas las demás cosas que forman parte de nuestra existencia representan una enorme cantidad de cosas vergonzosas, que ni quitan, ni añaden nada a la felicidad de la vida, y que vienen o se van sin que sufra disminución ni aumento el bien supremo. Se quiera o no se quiera, es necesario que éste se sienta fortalecido de tal manera que pueda conseguir una alegría continuada y un gozo interior que le nazca en sus entrañas, para que se alegre con las cosas que son exclusivamente suyas, y que no ambicione otras mayores que las que lleva dentro. ¿Por qué, pues, no ha de valorar bien estas cosas comparándolas con los pequeños y frívolos movimientos de su deleznable cuerpo, y que no son perdurables? En el día aquel en que se viera bajo los efectos del placer, en ese mismo día sentiría los efectos del dolor.

Fuente: Sobre la felicidad. Autor: Séneca, Lucio Anneo  (Extracto).

1 comentario: