Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

miércoles, 30 de abril de 2014

Amigos



Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
"Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
"Hoy mi mejor amigo me salvó la vida".
Intrigado, el amigo preguntó:
̶ Por qué, después que te lastimé, escribiste en la arena, y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
̶ Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

Leyenda árabe... autor anónimo

lunes, 28 de abril de 2014

Sobre la felicidad y la virtud



Llamemos bienaventurado al hombre aquel para quien no existe lo bueno ni lo malo, sino un espíritu bueno o malo: que practica la honestidad, que se conforma con la virtud, a quien no llenen de soberbia los bienes de la fortuna, ni tampoco lo abatan; que no haya conocido otro bien mayor que aquel que se puede dar él mismo: para quien la verdadera felicidad consistirá en el desprecio de los placeres. Si quieres divagar, está permitido, con absoluta y entera libertad, considerar estos mismos conceptos bajo otros aspectos diferentes. Porque, ¿quién nos impide a nosotros decir que la felicidad de la vida consiste en tener el espíritu libre y elevado, sin miedo y seguro, y colocado fuera del alcance del temor y de la ambición; un espíritu para quien el único bien está en la honestidad, y el único mal en la vileza? Todas las demás cosas que forman parte de nuestra existencia representan una enorme cantidad de cosas vergonzosas, que ni quitan, ni añaden nada a la felicidad de la vida, y que vienen o se van sin que sufra disminución ni aumento el bien supremo. Se quiera o no se quiera, es necesario que éste se sienta fortalecido de tal manera que pueda conseguir una alegría continuada y un gozo interior que le nazca en sus entrañas, para que se alegre con las cosas que son exclusivamente suyas, y que no ambicione otras mayores que las que lleva dentro. ¿Por qué, pues, no ha de valorar bien estas cosas comparándolas con los pequeños y frívolos movimientos de su deleznable cuerpo, y que no son perdurables? En el día aquel en que se viera bajo los efectos del placer, en ese mismo día sentiría los efectos del dolor.

Fuente: Sobre la felicidad. Autor: Séneca, Lucio Anneo  (Extracto).

sábado, 26 de abril de 2014

Vivir con la muerte



 Todos hemos de hacer frente al acontecer de la vida y la muerte. Tanto si las percibimos en el declinar de un anciano o en el nacimiento de un niño, el nacimiento y la muerte forman parte de la vida. La filosofía, la ciencia, la religión y las artes, todas hacen referencia al nacimiento y la muerte, a la muerte o al renacimiento. ¿Acaso no nos preguntamos todos qué sucede cuando nos morimos? ¿Es simplemente la muerte nuestro fin? ¿Qué significa para nosotros? ¿Cómo podemos hacer nuestra vida más plena de sentido?
Aunque existen muchas religiones y culturas, todas, sin embargo comparten al menos un principio común: Todas tienen ritos, rituales y especialistas para tratar el hecho de la muerte y del morir. Tales ritos nos proporcionan seguridad ante la fragilidad e inseguridad de la existencia. ¿Seguiremos existiendo? ¿Será nuestro brusco final? ¿Habrá algo más? ¿Qué pasa con el cielo? ¿Y el infierno? ¿Existirá una vida después? ¿Nos enfrentaremos a Dios o al karma? ¿Verdad o consecuencias? ¿Cómo podemos saber de forma cierta algo de esto? ¿Se podrá comprobar, o es sólo un mito y una imaginación en las que se nos dice que creamos y confiemos? ¿Hemos de creer a aquellas personas que afirman que han tenido experiencia post morten? ¿Hemos de creer a Edgar Cayce y a los psíquicos? ¿Hemos de creer a los lamas encarnados, muchos de los cuales dicen que recuerdan su vidas pasadas y parece que tienen cierto control consciente sobre el proceso, como si evolucionaran, por gusto, a través de los diferentes niveles de una escuela de vida espiritual? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Quién lo sabe?

Los budistas han comprendido que el observar el hecho de la propia muerte nos ayuda a focalizarla y a prepararla. La vida espiritual, el viaje del despertar y de dar sentido a nuestras vidas mientras aprendemos a amar es, en realidad, tanto una materia de vida como de muerte. La fragilidad de la misma vida nos ayuda a estar plenamente despiertos en el momento presente.

Lo que  ofrece el budismo tibetano con sus enseñanzas pragmáticas y éticas, para una vida de aquí y ahora, es un modo de tratar con la experiencia de la muerte misma, lo que constituye una forma de enfrentarse a ella en el momento presente. Tal ejercicio puede ayudarnos grandemente a tratar la realidad del momento de la muerte. Haciéndolo así sabremos apreciar con más calor y atención la riqueza y plenitud que nos ofrece cada uno de los instantes de la vida, que nos resultan todavía más conmovedores al conocer su impermanencia.
Aprendiendo a dejarnos ir en esta vida, aprendemos a vivir cada momento sin pena alguna.  Aprendemos también a tomar decisiones sin dolor. Cada decisión se hace la correcta. Aprendiendo a dejarnos ir en la vida nos olvidamos de nuestros rencores, sabemos perdonar y nos liberamos del resentimiento, de la amargura y la hostilidad. De este modo podemos dar por concluidas nuestras dependencias y liquidamos las pasadas heridas y los viejos hábitos. Así es como morimos sin penas, mientras aprendemos a vivir de una forma nueva. En este preciso momento. Respiración a respiración.

Fuente: El despertar del Buda Interior
             Lama Surya Das