Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

miércoles, 9 de agosto de 2023

De investigador a investigado


La información y los mensajes que la señora Eleonor Piper recibía desde el mundo de los espíritus parecían incuestionables. El parapsicólogo de origen australiano Richard Hodgson, estaba empecinado en comprobar que aquella mujer era una farsante. Debía desenmascararla y demostrar que se trataba de una embaucadora, así como lo había hecho con otros supuestos médiums. Estaba convencido de que ella fingía sus estados de trance y que, por lo tanto, aquellas manifestaciones paranormales no eran más que una vil trampa.

 Se dedicó a investigarla a fondo mediante el uso de detectives privados que interceptaron su correspondencia y la vigilaron en las reuniones que sostenía fuera de la casa, también infiltró muchos participantes para que la desacreditaran en las sesiones que realizaba. Pero, a pesar de todo ese minucioso trabajo, se le hizo imposible detectar anomalías, no podía probar que eran falsas las informaciones que ella recibía a través de las comunicaciones con los difuntos. Ante aquel fracaso sólo se limitó a lanzar una arrogante afirmación:

 Hasta ahora no puedo comprobar absolutamente nada, pero deben confiar en mí, porque todavía falta mucho por investigar.

 No obstante a su insistencia por querer demostrar que aquella comunicación con los espíritus era una invención de la mente de ella, comenzó a sospechar que posiblemente tenía un enorme potencial de telepatía y que por eso podía leer la mente de los participantes. Esta posibilidad le llevó a concebir la idea de que el Dr. Phinuit, el espíritu control que se comunicaba por medio de señora Piper, fuese una creación de su inconsciente que le servía de pretexto para leer los pensamientos de los asistentes y acertar en tantos mensajes que transmitía.

 El Dr. Phinuit no puede identificar claramente quien era él en la vida terrenal, ni puede responder ciertas preguntas de filosofía aseveró Hodgson en una ocasión—, por lo tanto dicho personaje tiene que ser una invención de su inconsciente… Phinuit no existe realmente.

 Las investigaciones prosiguieron y se acentuaron aún más, pero al final los hechos terminaron por doblegarle aquella imagen de piedra que lo revestía de verdugo implacable y tuvo que aceptar que aquel contacto con el más allá era verdadero. En un informe que redactó a la Sociedad para la Investigación Psíquica, explicó detalladamente que había estado equivocado en sus aseveraciones previas y que en definitiva daba por hecho la existencia de la vida póstuma y la posible comunicación de los espíritus a través de esta médium.

 Ya no tengo dudas de que las personalidades que se comunican a través de la señora Piper son en realidad quienes dicen ser —acotó con firmeza—. Son almas que han sobrevivido a la transición que nosotros llamamos muerte.

 A mediados de 1905 a Richard Hodgson le realizaron una entrevista sobre las investigaciones que llevaba acerca de la señora Piper, y en una pregunta sobre la tesis que sostenía acerca de la telepatía en las comunicaciones, respondió:

 —Luego de haber sometido a verificación mis dos hipótesis: la de la telepatía y la del espíritu; no dudo en afirmar, que la hipótesis del espíritu es la que más se justifica por los resultados tan contundentes que se han obtenido.

 Al final del cuestionario le preguntaron si tenía algo más que agregar. A lo que respondió, después de dibujar una sonrisa confiada en su rostro que acompañaba al brillo de sus ojos:

 —Sí… quisiera agregar algo: No puedo esperar a morir.

 En efecto sus deseos fueron cumplidos porque El 20 de diciembre de ese mismo año sufrió una insuficiencia cardíaca mientras jugaba al balonmano y falleció con apenas 50 años de edad. Ahora le correspondía experimentar personalmente si existía la vida en el más allá o si por el contrario le esperaba la nada eterna.

Transcurrió un tiempo desde su deceso, hasta que en una sesión mediumnica se comunicó a través de la misma señora Piper. Para su propio asombro, algunos de los presentes pensaron que esa comunicación no era totalmente convincente y más bien se mostraron dudosos. El filósofo e investigador norteamericano William James manifestó al respecto:

 Sí, posiblemente se trate de nuestro amigo Hodgson, pero en realidad no estoy totalmente seguro.

  Ante la duda presentada en los que estaban en la sesión, el mismo Hodgson respondió:

 —Pues si yo no soy Richard Hodgson, entonces Richard Hodgson jamás existió.

 Paradójicamente, ahora le tocaba a él ser víctima del escepticismo de los investigadores con los que compartió en su vida terrenal, quienes dudaron que aquella manifestación espiritual pudiera ser verídica, a ellos más bien les parecía un acto telepático de la señora Piper.

 Cabe destacar, que años después se sigue debatiendo sobre la veracidad de las comunicaciones con el mundo de los espíritus de esta médium, que para muchos fue una astuta embaucadora, pero para otros fue una de las mejores en su oficio.

Por: Ernesto Marrero R

09 de agosto de 2023


   

El lenguaje de la vida

 


       He tenido la necesidad de escribir estas experiencias, que a lo mejor muchos habrán vivido, y que seguro han creado una serie de inquietudes en muchos lectores, los cuales llegarán a familiarizarse con este artículo.

       El primero de septiembre me encontraba almorzando con un hermano mío y le comenté que pensaba escribir un libro nuevo, el cual iba a tratar sobre una religión africana que se había sincretizado con los indígenas del amazonas después de haber llegado a América en la época de la colonización y el trafico negreo. En ese instante él me comentó que acababa de conocer a un sacerdote que profesaba precisamente una religión brasileña que combinaba las características africanas con las indígenas; bien, hasta allí sólo me pareció interesante la coincidencia, pero cuando le comenté que en mi libro pensaba ubicar el templo o lugar de culto de estos grupos en un sector preciso de la ciudad de Caracas, me comunicó que exactamente allí se reunían ellos. Para mí en ese momento se acabó la casualidad para convertirse en un suceso especial.

                   Al día siguiente encontré una revista que tenía días buscando por la casa pero no la hallaba, hasta que esa mañana mi esposa la ubicó en una bolsa cerca del lavandero y me la entregó, entonces elegí uno de los tantos artículos que estaban disponibles y comencé a leerlo. Hablaba sobre una mujer llamada Silvia, casada, de treinta y cuatro años de edad y dos hijos, la cual se encontraba deprimida. Me encontraba imbuido en la lectura, hasta que apareció mi esposa y le pregunté que estaba haciendo, a lo que me respondió:

            —Estaba hablando con mi amiga Silvia, hoy está cumpliendo treinta y cuatro años, pero la sentí un poco deprimida, a lo mejor es que sus dos hijos estaban discutiendo, y la esta situación la puso así, me imagino que su esposo había salido y estaba sola con ellos.

            Entonces le mostré el artículo que comenzaba con esa misma descripción y quedó atónita.

             Luego comencé a leer un texto de filosofía, para un artículo que tenía que preparar, y la cuerdita que tenía para marcar las paginas no apareció, por lo que busqué el primer marca libros que encontré; éste pertenecía a un libro que había escrito hace algunos años: Una luz en el camino, el cual tenía un pensamiento extraído de su contenido, y decía:

Despégate de la ilusión de lo que ves

y conocerás el mundo de lo no visto

sólo así podrás entender que la muerte

es cambiar, pero nunca desaparecer.

 

            El mensaje era interesante y a cualquiera le hubiera parecido algo normal leerlo, la única diferencia es que a mi se me había muerto un tío el día anterior.

             A muchos de nosotros nos han pasado sucesos que nos causan asombro, pero que tal vez lo tachamos de hecho curioso: Estamos pensando en una persona y, justo en ese momento, recibimos una llamada telefónica suya, o de pronto nos acordamos de alguien que hace mucho tiempo no tenemos en mente y lo encontramos en la calle. Para explicar estos sucesos tendríamos que apartar la palabra casualidad y tal vez utilizar el término que aplicó el famoso psicólogo suizo Carl Jung de acausal.

 La casualidad hace alusión a una situación no prevista ni buscada, a lo azaroso, y para lo que no puede hallarse una explicación lógica o racional. Al término acasual se le antepone el sufijo “a” que indica oposición, carencia o privación de algo; es decir, privación de una casualidad. Tampoco pudiéramos hablar de un hecho causal, porque no posee una causa aparente.

Jung acuña el término sincronicidad para tratar de explicar la ocurrencia de dos o más acontecimientos de igual o similar significación, sin una posible conexión causal. Este concepto se distingue del sincronismo que se define como la ocurrencia simultánea de dos sucesos o más, y se contrapone al principio causal utilizado en occidente para explicar la ley de causa y efecto.         

          La vida puede hablarnos y tratar de comunicarse con nosotros de diferentes maneras. Por ejemplo, el ADN es considerado por muchos como un lenguaje de la vida, ya que éste se encuentra presente en las células y es el material hereditario que almacena toda la información genética que la célula necesita para su reproducción. Esta aseveración es cierta, pero también existen otros tipos de lenguajes o códigos por descifrar.

                 El universo con sus millones de estrellas y planetas, es un libro abierto esperando a ser leído. Los fenómenos como la telepatía, la clarividencia, la precognición, la mediumnidad, la telequinesis y desde luego la sincronicidad, forman una manera de comunicación en la que se conjugan diversas condiciones energéticas para hablarnos y darnos pistas del camino a seguir en la vida, donde en ocasiones nos sentimos como una balsa que navega por el mar de las dudas y de los cuestionamientos sin un puerto claro a donde llegar.

              Tagore dijo en una oportunidad: Leemos mal el mundo, y decimos luego que nos engaña. Es cierto, diariamente tenemos una hoja escrita frente a nuestros ojos, indicándonos el camino a seguir, pero normalmente estamos imbuidos en la rutina cotidiana, que nos nubla nuestra visión y evita que ese universo interno armonice con el que se ubica afuera y podamos encontrar así el equilibrio perfecto. Las personas más espirituales, aquellas que han dedicado gran parte de su vida a elevar sus patrones morales y palpan la energía de su ser interior, tienden a vivir más este tipo de  experiencias, estos son los que logran leer párrafos completos del libro de la vida y entonces se enrumban  hacia el verdadero camino, el del autoconocimiento.


Caracas, 22 de septiembre de 2007

Por: Ernesto Marrero R.

Publicado en la revista Vida Alternativa

Email:  ernestomarreroramirez@gmail.com


martes, 18 de julio de 2023

La Procrastinación

  



            En la actualidad se ha puesto muy de moda el termino procrastinar el cual consiste en posponer o retrasar tareas importantes para después, aunque se posea el tiempo para eso o se presente la ocasión y en muchos casos se sustituyen por otras situaciones más irrelevantes, ya sea por flojera, miedo o simplemente por el hecho de postergar las cosas para un mañana. Tal vez un mañana que nunca llegue.

La palabra "procrastinar" se origina del latín procrastinare y denota "dejar de hacer algo para mañana o para un mañana". Sus componentes léxicos son el prefijo pro, que remite a ‘adelante’, y el término crāstinus, por ‘mañana’.

Es cierto que la rutina del día a día crea una especie de adormecimiento o sonambulismo en las personas que solamente piensan en cumplir el objetivo del día y ya, al día siguiente lo mismo y así continúan este círculo vicioso, otros son arrastrados como manada que corre a ciegas para seguir a los demás, guiados por modas que, en muchos casos, lo que hacen es deteriorar a la sociedad con antivalores, en vez de reforzar sus bases con patrones constructivos. Por otro lado, se suman las exigencias y distracciones que plantean las redes sociales que, en un alto porcentaje, transmiten ideas vacías, tan solo por incentivar el espectáculo y así poder captar más likes y seguidores. Todos estos factores tienden a alejar aún más a los individuos de plantearse objetivos profundos en sus vidas de tipo existencial o de cimentar legados que ayuden a encaminar los derroteros de la humanidad, ejemplos virtuosos que ensalcen el honor y la dignidad de las personas.

En mi artículo “La muerte, una oportunidad para vivir”, hablé sobre la necesidad de tener consciencia sobre la finitud de nuestras vidas, sobre ese corto período de tiempo que estamos en este mundo, tan corto que los orientales dicen que pasa más rápido que un parpadeo del ojo de Dios; y allí expliqué: “Esta conciencia (la que entiende la finitud de nuestras vidas) nos llevará a ser menos apegados a las cosas materiales, a ser más humildes y menos arrogantes porque entendemos nuestra fragilidad, a examinar nuestro comportamiento y corregir los errores, a revisar constantemente la vida que llevamos y preguntarnos si en realidad estamos luchando por nuestros sueños, si hemos perdonado a quien deberíamos perdonar, a hacer aquello que nos llena y a dejar de perder el tiempo en cosas triviales o a estar sumergidos en la sempiterna rutina de la cotidianidad que nos conduce al adormecimiento, y termina por convertirnos en esclavos de una sociedad que se especializa en fabricar nuestros deseos y hacernos olvidar que estamos de paso por este mundo. A no dejar pasar los días como si fuéramos a vivir para siempre y a no posponer para un futuro incierto lo que para nosotros es importante ahora, y después arrepentirnos de no haberlo hecho, en otras palabras, a preguntarnos si estamos cumpliendo con la frase de Gandhi que nos invita a vivir como si fuéramos a morir mañana y a aprender como si fuéramos a vivir para siempre”.

         En este mismo sentido, tenemos la frase Carpe Diem del pensador romano Quinto Horacio Flaco, mejor conocido como Horacio, que se traduce del latín como “aprovecha el día”, expresión que también se ha puesto mucho en el tapete en estos días. En su oda número 11 verso 8, que habla sobre la inevitable muerte, nos dice Horacio: carpe diem, quam minimum credula postero, que se traduce como “aprovecha el día, no confíes en el mañana”. Aquí nos invita a reflexionar sobre nuestro tiempo presente, que en realidad es lo único que poseemos, ya que el ayer es solo un recuerdo, una experiencia y el mañana una proyección, una expectativa.

Esto nos lleva también a la confrontación entre Cronos y Kairós. El primero es el dios del tiempo, pero del tiempo lineal, cuantitativo, aquel que puede ser medido y que todo lo devora, como lo hizo con sus hijos, porque es indetenible. Él es el que nos recuerda los segundos, minutos, horas, días y siglos que transcurren en el hilo de la historia, el que se coloca del otro lado del espejo y nos muestra las marcas que la vida deja sobre nuestro rostro con el transcurrir de los años. El otro es Kairós, que es el dios de la oportunidad, la personificación de la Ocasión. Habitualmente es considerado el hijo más joven de Zeus, aunque no se conoce sobre su madre o descendencia. Es representado como un ser pequeño y calvo con un único mechón de pelo que colgaba en la parte posterior de su cabeza, si la persona era capaz de sujetarse de él en el momento preciso, le sonreía la suerte, la felicidad, pero si tardaba un solo instante más, sus manos resbalaban y perdía la oportunidad de alcanzar ese estado de plenitud. Él representa un lapso indeterminado en que algo importante sucede, son los momentos en que podemos vivir una situación o un evento y nos olvidamos de todo, es cuando se vive un presente con intensidad y el tiempo parece detenerse. Se dice que cuando Kairós se manifiesta en su totalidad vence a Cronos.

Y si solamente contamos con este presente por qué postergar tanto esas cosas relevantes que debemos solventar o materializar, esos sueños que por años hemos querido cumplir y no nos atrevemos a hacerlo.

A continuación, transcribo este apólogo titulado “Cuando tenga tiempo, empiezo”, que extraje de mi libro, con el mismo nombre, y que intenta mostrar la importancia de ejecutar hoy las tareas que nos hemos propuesto, y evitar postergarlas para después.

 

Cuando tenga tiempo, empiezo

 

Era un hombre muy ocupado. Su vida transcurría entre el tráfico, el trabajo y su familia, pero para él no tenía tiempo porque era una persona que vivía envuelta en sus ocupaciones. Nunca disponía de un espacio para hacer las cosas que en realidad le agradaban, como ir al gimnasio, continuar sus estudios universitarios, cantar en una coral y buscar su realización interior, aunque en muchas ocasiones se le presentaba la oportunidad de realizarlas y terminaba diciéndose: «cuando tenga tiempo, empiezo».

En algunas circunstancias la vida nos enseña que estamos equivocados en nuestra forma de pensar, y así sucedió en esta historia:

Ese día había sido muy estresante; en la empresa le habían dado el cargo a un compañero que acababa de terminar su carrera universitaria, pero a él no porque carecía del perfil académico exigido. De regreso a su casa visitó al médico, y éste le dijo que debía hacer ejercicios y modificar su régimen alimentario porque estaba pasado de peso y, además, tenía el colesterol y los triglicéridos demasiado elevados. Los nervios lo invadieron y entonces recordó los comentarios de unas secretarias que hablaban sobre la visita al país de un reconocido sabio, que venía a pasar unos días en la ciudad para reunirse con sus discípulos y, además, dictaría unas conferencias. En ese momento decidió ir a conocerlo.

Cuando llegó al lugar estaba vacío, pero encontró varios cojines en el suelo colocados en forma de círculo, y se sentó en uno de ellos.

«Seguro que llegué muy temprano», pensó, «esperaré a que vengan los demás… Ojalá que logre relajarme, estoy muy tenso».

Un anciano tembloroso que caminaba con un bastón se acercó:

—Disculpe, ¿puedo sentarme en esta silla? —preguntó mientras señalaba con el índice a una que estaba junto a la pared—. Es que mi cuerpo ya no da para usar un cojín, eso es para los jóvenes.

Le acercó la silla al anciano y continuaron conversando.

—Yo estoy esperando a que lleguen otros asistentes; creo que me vine muy temprano, ¿y usted?

—Sólo venía a conversar con este famoso maestro de quien me han hablado mucho —manifestó el anciano.

—¿Y tiene usted algún problema? —indagó con curiosidad.

—Es que mi cuerpo ya no responde igual —comentó con una mueca de dolor—. Pasé muchos años trabajando para tener una casa, un carro y mi familia. Nunca tuve tiempo para hacer las cosas que deseé en la vida porque estaba muy ocupado y, ahora que lo tengo porque estoy jubilado y mis hijos se casaron, ya mi cuerpo no me responde como quisiera; además, sé que la muerte me espera y por eso he venido a buscar una orientación espiritual, y así encontrar un poco de paz en mi mente.

En ese momento, él comenzó a verse reflejado en el anciano; cuando transcurrieran los años seguramente terminaría igual.

—Pasé mi vida acumulando logros materiales —continuó con el relato—, pero nunca me dediqué a elevar mi conciencia, ni a escuchar las exigencias de mi espíritu; tampoco pude hacer realidad mis sueños más profundos. Para todo tenía una excusa y así fui postergando las cosas para después, pero los años pasaron más rápido de lo que yo pensé, y ahora mi cuerpo no responde igual que antes... Siento que el final se acerca.

—Nunca es tarde señor, todavía puede hacerlo, lo importante es que ahora sí tiene tiempo —dijo el hombre para alentarlo.

—Me siento alegre porque al menos podré iniciar mi búsqueda interior, pero estoy consciente que no llegaré a la meta final porque me quedan pocos años de vida, y lo ideal es entregarse a este camino con un cuerpo fuerte y una mente lúcida… Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y recomenzar; debí haber llevado un mayor equilibrio entre lo material y lo espiritual. Ahora entiendo que somos cuerpo y espíritu y, sobre todo, hubiese enfatizado en materializar mis sueños. La música y la pintura siempre me fascinaron, pero nunca les dediqué tiempo… siempre lo dejé para más adelante. Me pareció que tenía otras prioridades, pero ahora me doy cuenta de que todo lo que alimente el alma es necesario para conocernos internamente y alcanzar un equilibrio emocional, por eso nunca debe postergarse.

—Yo también soy así señor —confesó el hombre que hablaba con un nudo en su garganta— y usted me acaba de enseñar que debo cambiar y comenzar desde hoy a escuchar a mi corazón, porque mañana seguramente será tarde... Gracias por este mensaje.

El anciano se sonrió y, de momento, su cara tomó otro semblante; parecía que una fuerza celestial se había apoderado de él. Su espalda se enderezó, se puso de pie y dejó el bastón a un lado. Las arrugas desaparecieron de su rostro y se movió con mucha agilidad, luego se sentó en el cojín donde iba el maestro.

—Has aprendido la lección —dijo con una enorme sonrisa en los labios.

—Pe…pe…ro, ¿quién es usted? —preguntó perplejo.

—Soy el reflejo de tu conciencia y la vida te ha traído hasta aquí para que cambies. Tomé esta representación sólo para que te reflejaras en ella y empezaras desde ahora a vivir el presente, y a buscar dentro de ti tu verdadera identidad. Para todo hay tiempo en esta vida siempre que lo sepas distribuir. Los extremos te llevan al desequilibrio, el verdadero sendero es el del medio.

En ese instante comenzaron a llegar los discípulos para sentarse alrededor del supuesto anciano, quien en realidad era el sabio.

Desde ese día el hombre cambió su ritmo de vida y empezó a buscar el equilibrio entre el mundo material y el espiritual. Culminó sus estudios universitarios, entró en un gimnasio y actualmente canta en una importante coral; también entendió que la vida es transitoria, y que el proceso del autoconocimiento y la realización interior deben comenzar desde hoy.

 

Por Ernesto Marrero R.

domingo, 26 de junio de 2022

La esencia del Mito

 Por Ernesto Marrero R.


 


Los personajes de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los «comienzos». Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o simplemente la «sobre-naturalidad») de sus obras. En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de lo «sobrenatural») en el mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el mundo y la que le hace tal y como es hoy día. Más aún: el hombre es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado y cultural, a consecuencia de las intervenciones de los seres sobrenaturales.

Mircea Eliade.

 

En los tiempos primitivos, el ser humano vivía a merced de los embates de la naturaleza. Si no llovía, perdía los cultivos, una lluvia excesiva podía causar inundaciones y desbordamiento de ríos que terminaban por destruir cosechas. La erupción de un volcán tenía un riesgo muy alto, porque un manto de lava podía arrasar un pueblo completo. Un rayo tenía el poder de causar un incendio o de aniquilar un grupo de personas. La fuerza de un terremoto o de un maremoto sepultaría a una población. En sí, la naturaleza resultaba misteriosa, traicionera y muy peligrosa.

            La muerte, era el trasfondo más atemorizante de todas estas catástrofes. El haber compartido con alguien por muchos años o haber estado con esa persona minutos antes y no volverla a ver más, causaba muchas inquietudes: ¿qué pasaba con ella?, ¿a dónde se iba aquella conciencia o energía que le daba movimiento a un cuerpo, y que además tenía emociones y creaba vínculos afectivos con otras personas?, ¿había vida después de esta existencia?, ¿los volveremos a ver en algún momento?

            Ante esta inevitable fatalidad se derivaban otras interrogantes: ¿quién nos creó?, ¿quién creó el universo y la Tierra?, ¿qué sentido tiene esta vida temporal con un comienzo y un final inexorable?

            Estos antojos de la madre naturaleza, que a veces se mostraba espléndida y dadivosa, pero en otro momento radical y castigadora, debían estar manejados por cierto tipo de divinidades, seres invisibles o sobrenaturales que podían hallarse contentos o molestos con la humanidad. Seres que surgieron de la imaginación y de los sueños más profundos de sus primeros relatores, imágenes inconscientes que fueron tomando forma. Era una manera de aplacar esos miedos que habitan en nuestra interioridad.  

Para garantizar los buenos favores de estas deidades, debían realizarles sacrificios y ofrendas. Por otro lado, debían comunicarse con ellos y conocer sus estados de humor, así se fueron creando los oráculos o sistemas de comunicación entre el mundo profano y el mundo sagrado.

            Sobre esos seres sobrenaturales se fueron labrando diversas historias que se transmitieron de generación en generación de forma oral. De hecho, la palabra mito proviene del griego Mythos, que quiere decir “cuento o relato”. Es un término que se refiere a una narración maravillosa ubicada de manera atemporal, y es protagonizada por seres sobrenaturales o de carácter divino.

Debido a esta proliferación de relatos podemos encontrar diversas versiones de un mismo mito, según la región en que se encuentre. Ese imaginario narrativo se encargaba de explicar el origen de los fenómenos naturales, pero también creaban códigos morales o de conducta que ayudaban a sustentar las sociedades. Se puede afirmar, por lo tanto, que la influencia histórico-cultural de los mitos ha sido tan grande que ha servido como ente modelador de muchos pueblos de la antigüedad. Ya que estos poseen, en sí mismos, una energía creadora, y al tener un fundamento ético e instructivo se tomaron como una especie de patrón social.

Podemos decir entonces que el mito es el resultado de los esfuerzos de una humanidad primigenia para formalizar, como en un todo coherente, un sentido determinado que ayudará a cohesionar y armonizar los vínculos de las sociedades. Si bien es cierto que el mito nace para dar respuestas a lo que son las cosas y sobre la naturaleza del ser humano, el llamado “paso del mito al logos”, que se dio por el siglo VI a.C., fue un suceso vital para darle una preponderancia a la razón y buscar una respuesta más lógica a la fenomenología que rodea nuestra existencia, pasando así del pensamiento mítico al pensamiento científico.  Pensadores como Tales de Mileto, Anaximenes, Anaximandro, Pítagoras, Heráclito y Empedócles, entre otros, dieron inicio a este giro epistemológico o giro copernicano[1]. Se dice que de la interrogante de Tales de Mileto sobre ¿cuál es el principio del que han salido todas las cosas?, se halla el inicio de la filosofía y las ciencias occidentales.

No obstante, el mito jamás perdió su fuerza y continuó permeándose en diversos aspectos de la estructura social, así como en las áreas de saber, por eso podemos encontrarlo en la poesía, el cuento y la novela, en la pintura, la escultura, la arquitectura, el teatro, el cine, la música, la filosofía y las ciencias.

            De la misma manera, el mito penetró en nuestro lenguaje, en especial el mito griego o su derivación en el romano, así podemos encontrar muchas palabras y expresiones derivadas de estos. Por ejemplo, llamar “caja de Pandora” a una situación llena de sorpresas; “cantos de sirenas” a un discurso que seduce, pero es engañoso; “obsequio griego” a la sospechosa ofrenda de un rival, un “talón de Aquiles” al punto débil de una persona; “quedarse de piedra” cuando alguien se queda quieto y no actúa; “hacerse eco”, cuando se acepta o apoya la difusión de un asunto. “Tener vista de lince", a una persona con una visión prodigiosa. Podríamos pensar que esta expresión proviene de los característicos ojos de este animal, familia de los félidos, y aunque tienen alguna relación, procede realmente de Linceo, uno de los argonautas que acompañó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro y en la cacería del jabalí de Calidón, se dice que su vista era tan poderosa que podía ver a través de los objetos.

De los nombres de diferentes personajes mitológicos griegos y romanos han quedado palabras o se han derivado otras. Así podemos ver que del dios Cronos se derivan palabras como cronología, cronómetro, cronológico o cronometraje; de la diosa Gea: geología, geografía, geológico o geogonía.

            La palabra hercúleo proviene del semidiós Hércules; afrodisiaco, proviene de la diosa Afrodita; titánico, de los Titanes; ciclópeo, de los Ciclopes; apolíneo, del dios Apolo; ateneo, de la diosa Atenea; hermafrodita, viene de la unión de los dioses Hermes y Afrodita; hermético, del dios Hermes; Morfina, del dios Morfeo; fauna, de la diosa de la fertilidad romana Fauna; Cereal, se origina de Ceres, diosa romana del trigo y de la agricultura; volcán, del dios Vulcano; pánico viene del dios Pan que acostumbraba a hacer apariciones repentinas en las noches y esto causaba terror o daba pánico. Estentóreo, alude a una persona que posee voz con volumen alto, y proviene del guerrero de la Ilíada Esténtor, que podía gritar con la fuerza de cincuenta hombres. Atlas, refiriéndonos a una colección sistemática de mapas de diversa índole, se deriva del titán Atlas que sostenía la bóveda celeste sobre sus hombros. A una gran masa de agua salada, la llamamos como el titán Océano y a una travesía llena de escollos le decimos odisea, que se deriva del héroe Odiseo.

            También encontramos cómo los nombres de los planetas de nuestro sistema solar surgen de los dioses romanos: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón (hoy considerado un nanoplaneta) y nuestro planeta Tierra proviene de la diosa Terra.

            Los días de la semana también tienen una correlación con los dioses romanos, el lunes se toma de la diosa luna, el martes del dios Marte, el miércoles de Mercurio, el jueves de Júpiter, el viernes de Venus, el sábado de Saturno. El caso del domingo es más complejo, proviene del latín dies Dominica (día del Señor), debido a la celebración de la resurrección de Jesús. En la Roma antigua se le llamaba dies solis (día del dios Sol), y por este motivo, al domingo se le llama en ingles Sunday.

También al voltear al cielo podemos contemplar la constelación de Orión, la de Centauro, la de Perseo, Andrómeda y Casiopea, seres mitológicos de gran relevancia.

            En este mismo orden de ideas, tenemos que la palabra “tanatología” es definida por la Real Academia Española como “conjunto de conocimientos médicos relativos a la muerte”; proviene del dios Tánatos, que en la mitología griega era considerado el dios de la muerte sin violencia, su imagen era representada normalmente como un hombre con barba y alas, aunque a veces aparecía sin barba. Era enviado por las Moiras (el destino) para llevarse suavemente a las personas, también era hermano de Hipnos, dios de los sueños. En el caso de las muertes drásticas o violentas aparecían las Keres, que eran espíritus o deidades femeninas, aunque en algunos textos se habla de la diosa Ker.

            Si aplicamos el principio de las palabras y el dios del que se derivan, pudiéramos decir que el término “tanatología” debería ser aplicado a las muertes de las personas convalecientes o aquellas que mueren de forma natural. En el caso de las muertes violentas, ya sea en guerras, accidentes, crímenes o suicidios, pudiéramos hablar de la kereología o kerelogía.  Una propuesta que debería ser tomada en cuenta por la R.A.E. como ampliación de nuestro lenguaje.

            En este sentido, la palabra “tanatología” aplicaría para las terapias de duelo o en el acompañamiento de los moribundos, es decir, muertes suaves y no violentas. Por otro lado, la palabra kereología o kerelogía estaría más vinculada a la rama de la medicina forense y la criminalística, o sea de las muertes violentas.        

            Aclara Levi-Strauss, que siempre los mitos pertenecen al mundo del lenguaje, pero se hallan por encima de este, es decir, que su naturaleza es más compleja que la expresión lingüística y exigen un tipo de código más específico para ser interpretados. En otras palabras, nos encontramos frente a un metalenguaje que estaría propicio a diversos análisis o conclusiones. 

En su opinión, el mito trata los sucesos ocurridos antes de la existencia del mundo, durante los inicios de la creación, en tiempos muy remotos. Pero también posee una estructura que se vincula simultáneamente al pasado, al presente y al futuro. Dicha estructura es a la vez histórica y ahistórica, ya que ocurre dentro de la línea del tiempo, pero también fuera de este.

            Mircea Eliade ahonda en la definición de mito en su libro Mito y realidad, y nos explica que:

“el mito cuenta una historia sagrada, relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: (…) cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea esta la realidad total, el cosmos o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es pues, siempre el relato de una «creación»: se narra como algo ha sido producido, ha comenzado a ser[2]”.

 

            En ese mismo texto, Eliade nos habla de las principales características que distinguen al mito. Al respecto nos dice que está conformado por las historias de las acciones de los seres sobrenaturales, de divinidades que rigen el orden natural y el destino de la humanidad. Dichas historias son consideradas una verdad irrefutable, ellas se refieren a la explicación de sucesos reales, son también sagradas porque son una manifestación de las deidades. Por otro lado, el mito se refiere a una «creación», en él se narra cómo algo ha llegado a existir o cómo un comportamiento, una institución o una manera de trabajar se han fundado.

También explica este autor que en el momento en que se conoce la esencia del mito, se entiende el origen de las cosas y, por lo tanto, se logra un dominio voluntario. Además, estos relatos fabulosos son vividos como bajo la dominación o influencia de una potencia sagrada o divinidad que reactualiza los acontecimientos. Es toda una experiencia de tipo religioso, puesto que en ella se abre la puerta del mundo sagrado al mundo de los mortales.

En sí, podemos aseverar que el mito es un suceso que construye realidades y brinda una explicación que le da un sentido a la vida. Su estudio facilita la comprensión de la cultura y de la psicología de los pueblos.

Explica Carl Jung que cada individuo lleva impreso en su inconsciente, como una marca, las huellas de los mitos fundacionales, los cuales poseen un carácter transcultural, a partir de esta experiencia primigenia compartida. Dichos relatos mágicos brindan un sentido ontológico que viene a ser el fundamento de la humanidad.

Según Jung, esta experiencia común que se manifiesta en colectividad forma parte de los llamados arquetipos, que habitan en el “inconsciente colectivo” y se transmiten de manera hereditaria. También aclara que este inconsciente no se desarrolla de manera individual y consta de estas estructuras arquetipales, las cuales pudieran hacerse consientes solo de manera secundaria o indirecta para dar forma definidas a los diversos contenidos psíquicos.

A pesar de su diversidad temática, los mitos pueden ser tipificados o clasificados en diversas categorías. No obstante, cabe resaltar que su taxonomía no es restrictiva ni definitiva, pero sí es una opción para darle un orden a este tipo de narraciones mágico-fabulosas.

En este sentido, los mitos pudieran ser cosmogónicos, si se refieren a la creación del universo y el mundo; teogónicos, si explican el surgimiento y la genealogía de los dioses; etiológicos, cuando narran el origen de algo, ya sea el universo, el mundo, un ser sobrenatural, un objeto o un animal; morales, si relatan el porqué del bien o del mal; fundacionales, cuando explican el origen de un rito, polis o nación, aunque también se pueden referir a una costumbre, creencia o disciplina; los antropogónicos, proveniente de la antropogonía, y se refiere al estudio de los mitos que cuentan la aparición del ser humano; escatológicos, si están vinculados con la idea del fin del mundo o con el fin último del ser humano y el universo (muerte, juicio final, el infierno y la gloria o el cielo, el Olimpo), normalmente se describen finales catastróficos por agua o fuego; soteriológicos, si se refieren a las intervenciones de aquellos personalidades consideradas “salvadoras” de la humanidad, como es el caso de Jesucristo, Buda, Mahoma, Zoroastro, etc., y heroicos cuando cuentan las aventuras y hazañas realizadas por hombres poseedores de capacidades sobrenaturales como Hércules, Sansón, Teseo, Odiseo, Jasón o Perseo, entre otros.   

            Nuestra vida suele transcurrir entre dioses y mortales, entre el mundo sagrado y el profano. A veces se nos presentan héroes o heroínas que van a inspirar nuestra existencia y otras veces nos encontramos entre Escila y Caribdis[3], o sea, entre la espada y la pared, para obligarnos a actuar con heroísmo. Pero después de superar estas vicisitudes nos sentimos más ligeros y con una energía más sutil que nos permite hacerles frente a desafíos superiores. Esta es la transformación del héroe que se conecta con sus fuerzas interiores, el que bebe del elixir de la autotrascendencia, aquel que palpa el mundo sagrado como consecuencia del dolor, y regresa al mundo profano transformado y dispuesto a tender su mano a los demás.

            Este tipo de viaje heroico lo define el mitólogo Joseph Campbell como el periplo del héroe, monomito o mito único en su libro El héroe de las mil caras, donde agrupa en diecisiete pasos el modelo básico de muchos relatos épicos de todo el mundo. En dichos relatos el héroe se lanza a una aventura desde su mundo estable y cotidiano a regiones sobrenaturales, donde va a toparse con fuerzas legendarias que lo llevan a descender hasta regiones oscuras. Allí es obligado a encontrarse consigo mismo, a ver su rostro desnudo y destapar el heroísmo que habita en su interior. De esta experiencia intensa y misteriosa regresa transformado, con una fuerza interior que lo mueve a alcanzar sus objetivos y que además le otorga la capacidad de encontrarle un sentido profundo a su vida.

            Esta propuesta de Campbell, es tomada por la psicología para realizar una analogía entre este peregrinaje del héroe y los cambios que nos propina nuestras vidas, con los cuales estamos obligados a emprender duras travesías repletas de tropiezos que nos mueven el suelo y terminan por alejarnos de las zonas de confort. El héroe surge al confrontar las adversidades y superarlas, soportando el dolor y aprendiendo de este. Aunque muchas personas optan por evadirlo y prefieren una mentira alegre que una triste realidad, son sujetos que crean máscaras y ocultan sus verdaderos rostros; se encierran en falsas burbujas y aparentan una sonrisa santa ante los demás cuando en realidad se están quemando por dentro. Algunos, por ejemplo, se cubren con el manto de las religiones y las falsas creencias, pregonan el perdón y la caridad cuando por dentro arden en el resentimiento y el egoísmo, sus máscaras se derriten fácilmente cuando les pega el sol. Son fariseos que entran a los templos a orar y al salir abrazan nuevamente a sus demonios. Así como sucede en estos casos, surgen miles de máscaras más donde el ego puede ocultarse y evadir el duro combate con sus monstruos mentales. Estos individuos se quedan estancados en el proceso de transformación y autotrascendencia y el héroe nunca logra surgir en ellos.

            Cabe resaltar que del estudio de Campbell han surgido otras versiones que han reducido el número de pasos a seguir por el héroe en su viaje, aunque mantienen su esencia. En el caso del cineasta Cristopher Vogler, lo llevó a doce pasos en su libro The writer’s Journey: Mythic Struture for Writers (El viaje del escritor: Las estructuras míticas para escritores). El estadounidense Phil Cousineau en su libro The Hero’s Journey (El viaje del héroe), lo divide en ocho pasos, al igual que lo hizo David Adams Leeming en su libro Mythology: The Voyage of the Hero (Mitología: El viaje del héroe).  

       Este viaje heroico también es analizado por Carl Jung, bajo una óptica más incorporada a su propuesta psicoanalítica. Recordemos que Joseph Campbell y Jung pertenecieron al prestigioso Círculo de Eranos, al igual que lo hizo Mircea Eliade. Un espacio donde se realizaron valiosos aportes en el área de la psicología, las religiones y el estudio de los mitos.

         Para Jung, el mito del héroe narra simbólicamente la búsqueda del sentido por parte de nuestro yo, el cual permitirá conducir a la libido hacia esferas más elevadas. En esta trayectoria, el individuo debe atravesar por una serie de etapas o pruebas, en las que deberá confrontar e iluminar sus sombras, hacerse consciente e integrar su opuesto (anima/animus), para luego regresar de ese peregrinaje regenerado o iniciado. Se puede interpretar como la lucha de la vida por un sentido profundo, por el cambio de rumbo de una visión egocéntrica hacia algo más grande que el yo: el self o sí-mismo. En sí, al finalizar este periplo el héroe llegará con un estado de conciencia más elevado, en el que el patrón de vida y los ideales cambiarían sustancialmente. 

Al respecto del presente ensayo, podemos concluir que el mito surgió como una forma de explicar lo que nos rodea, de encontrarle un sentido a la vida y a la muerte, ya que el ser humano siempre ha tenido una necesidad intrínseca de entender los fenómenos que circundan su existencia. Además de haber ayudado a construir nuestras sociedades, el mito ha penetrado en estas influyendo en su cultura, el lenguaje y en las diversas áreas del saber cómo la filosofía, la psicología, la poesía, la literatura, la arquitectura, la pintura y el teatro, entre otras. De la misma manera podemos decir que el viaje mítico o viaje del héroe, nos ayuda a ser conscientes de la finitud de la vida y encontrarle un sentido más profundo y trascedente. Es una invitación a confrontar nuestros monstruos mentales, vencer los miedos y descubrir el héroe que se esconde en cada persona, ese que siempre está dispuesto a emprender el mágico periplo: una trayectoria donde atravesaremos claros y sombras que nos ayudarán a fortalecernos, a palpar la numinosidad[4] de lo sagrado, donde está la fuente de conocimientos e inspiración, y retornar victoriosos al mundo profano de la cotidianidad.



[1] La RAE define un Giro copernicano como un cambio, radical o total, en el comportamiento o en la manera de pensar

[2] Eliade, Mircea. Mito y Realidad. Barcelona: Editorial Labor, S.A., 1992 p.2

[3] Escila y Caribdis son los nombres de dos monstruos marinos a los que Odiseo tuvo que hacer frente durante su travesía. Escapar a uno era caer en las fauces del otro. La expresión “estar entre Escila y Caribdis” sería como estar “entre la espada y la pared”.

[4] Perteneciente o relativo al numen como manifestación de poderes divinos.

domingo, 29 de mayo de 2022

Una propuesta a la RAE: kereología o kerelogía

Por Ernesto Marrero R.


 

La palabra tanatología es definida por la Real Academia Española como “conjunto de Conocimientos médicos relativos a la muerte”. En cuanto a su etimología, proviene del origen griego thanatos (muerte) y logos (estudio o tratado). Deriva del dios Tánatos que en la mitología griega, era considerado el dios de la muerte sin violencia, su imagen era representada normalmente como un hombre con barba y alas, aunque a veces aparecía sin barba. Era enviado por las Moiras (el destino) para llevarse suavemente a las personas, también era hermano de Hipnos, dios de los sueños. En el caso de las muertes drásticas o violentas aparecían las Keres, que eran espíritus o deidades femeninas, aunque en algunos textos se habla de la diosa Ker.

            Si aplicamos el principio de las palabras y el dios del que se derivan, pudiéramos decir que el termino tanatología debería ser aplicado a las muertes de las personas convalecientes o aquellas que mueren de forma natural. En el caso de las muertes violentas, ya sea en guerras, accidentes, crímenes o suicidios, pudiéramos hablar de la kereología o kerelogía. 

            En este sentido, la palabra tanatología aplicaría para las terapias de duelo o  en el acompañamiento de los moribundos. Por otro lado, la palabra kereología o kerelogía estaría más vinculada a la rama de medicina forense y la criminalística.

 

MSc. Ernesto Marrero