Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

jueves, 13 de septiembre de 2012

Sobre la brevedad de la vida

Sobre la brevedad de la vida


Fuente: Sobre la brevedad de la vida. Autor: Séneca Lucio Anneo  (Extracto).

¿Por qué nos quejamos de la naturaleza? Ella se comportó admirablemente: la vida, si se sabe utilizar, es larga. A muchos los entretiene una insaciable avaricia: éste se siente arrastrado por las constantes dificultades que encuentra en unos trabajos sin sentido; otro se embrutece con el vino; aquel se duerme en la pereza; a ése lo cansa su ambición siempre pendiente del juicio de los demás, algunos guiados por un incontenible deseo de negociar, dan la vuelta por toda la Tierra y recorren todos mares con la única obsesión del lucro. La pasión por las armas arrastra a cierta clase de hombres, que nunca tienen en cuenta los peligros ajenos, ni se preocupan por los suyos; los hay que se consumen en la esclavitud voluntaria, dejándose llevar por una veneración hacia sus amos. La mayor parte de aquellos que no saben a dónde van, se dejan influir por pareceres diferentes, y una inconstancia, siempre voluble y descontenta consigo misma, los zarandea por todas partes. A otros, nada a donde puedan dirigir sus pasos les satisface, y, decaídos y marchitos, se ven sorprendidos por la muerte de tal manera que no dudo sea verdad aquello que dijo el más grande de los poetas a modo de oráculo:

“Exigua pars est vitae, quam nos vivimus” (Una mínima parte de la vida es la que nosotros vivimos).

Porque realmente es cierto que toda su duración no es vida sino tiempo. Por todas partes estamos rodeados de vicios  que nos atacan y que no nos dejan levantarnos, ni volver nuestros ojos  hacia la contemplación de la verdad: antes bien nos mantienen hundidos y clavados en las pasiones. […] Me agradaría traer aquí a uno de los muchos ancianos que ha llegado a una edad muy avanzada, y hacerle recordar su vida con estas consideraciones: “Vemos que tú has llegado ya a lo último de la edad que puede alcanzar la naturaleza humana, pesa sobre ti en estos momentos el año cien o quizás algunos más; procura recordar y llama a tu vida para que rinda cuentas por el empleo de su tiempo. Explícanos ahora el tiempo que perdiste con tu acreedor, cuánto con tu amiga, cuánto con un acusado y cuánto con los clientes que hayas podido tener; cuenta la cantidad que has perdido en la disputas con tu mujer, cuánta en el castigo de tus esclavos, y en las calles de la ciudad cuando te dirigías a cumplir con tus obligaciones. Añade también las enfermedades que cogimos por nuestra culpa; añade el que se perdió tumbado y sin hacer nada; te darás cuenta que tienes bastante menos años de los que cuentas. Procura recordar nuevamente  en tu memoria si cuando tomaste una resolución firme en cualquier asunto, transcurrió todo aquel día según lo habías destinado; que partido le sacaste para ti mismo; recuerda cuando estuvo tu rostro en estado normal, y cuando tuviste el espíritu libre de todo temor; qué beneficio obtuviste para ti mismo en lo que hiciste durante tan largo tiempo; cómo muchos te robaban tu propia vida, sin que tú le dieras cuenta de lo que perdías; cuenta la cantidad de tiempo que te ha quitado un dolor inútil, una necia alegría, la ambición desordenada y el encanto de una conversación; ¡qué parte tan pequeña de tu vida ha quedado para ti. Comprenderás ahora que tu muerte ha sido prematura! ”

No hay comentarios:

Publicar un comentario