Giordano fue declarado hereje y se ordenó que
sus libros fueran quemados en la plaza de San Pedro e incluidos en el Índice de
Libros Prohibidos. Su juicio se inició en 1592, encarcelado en una oscura,
húmeda y mal oliente mazmorra. Luego, en el año 1600 la inquisición lo trasladó
al tribunal secular de Roma, para que procediera a castigar su delito de
herejía. Allí fue condenado a morir en la hoguera. Al escuchar su sentencia
definitiva Bruno les dijo a sus acusadores: "El miedo que sentís al dictar
esta sentencia, tal vez sea mucho mayor al que yo siento por aceptarla".
La ejecución se llevó a cabo en el Campo dei Fiore, donde se le
quemó vivo.
Un mártir de la filosofía y de la ciencia que
dio su vida por la verdad. Una muestra más de que los autócratas que se
encuentran encumbrados por el poder tiemblan ante las ideas expuesta por los
grandes pensadores, por aquellos que han cruzado este mundo para dejar sus
huellas bien marcadas. Injusticias como las cometidas con Jesús de Nazaret, San
Juan Bautista, Sócrates, Séneca, Juana de Arco, Lavoisier, Nicolás Copérnico,
Galileo y el mismo Spinoza, pesan hoy sobre las espaldas del legado de
oscuridad que dejaron aquellos tiranos que abusaron de su poderío por miedo a
perder el control, la hegemonía o la perpetuidad.
Es importante resaltar que Giordano Bruno dejó
para la posteridad varios aportes significativos que desafiaron las creencias
establecidas de su tiempo:
▪ Propuso que el universo era infinito y
que no tenía un centro fijo, contradiciendo así la visión geocéntrica de la
cosmología que mantenía la Iglesia. Esta idea de Giordano iba más allá del
modelo heliocéntrico de Copérnico, que aún consideraba al sol como el centro
del universo. En este sentido, sostuvo que cada estrella era un sol rodeado de
planetas, similar al nuestro, y que estos mundos podían estar habitados por
seres inteligentes. Estos aspectos influyeron en el desarrollo posterior de la
astronomía.
▪ Defendió una forma de panteísmo, sugiriendo
que Dios estaba presente en todo el universo y en todos los seres vivos, una
idea que contrastaba fuertemente con la doctrina católica de la época.
▪ Se interesó por el conocimiento de la mente
humana, especialmente en relación con la memoria y la percepción. Sus trabajos
en estos campos anticiparon desarrollos posteriores en la psicología y la
filosofía de la mente.
▪ La injusta condena y ejecución impartida por
la Inquisición al no renunciar a sus ideas, y el rechazo a las doctrinas
establecidas en su tiempo, sirvieron de inspiración en los tiempos del
Renacimiento, así como fundamento para los futuros defensores del libre
pensamiento. También se convirtió en un símbolo de resistencia ante las
diferentes tiranías que se han cruzado por la historia.
▪ A nivel espiritual, abogó por un alma
universal que permeaba todo el cosmos. También consideraba que el espíritu era
inmortal y que reencarnaba de un cuerpo a otro para encontrar su perfección.
▪ Sus ideas revolucionarias abrieron nuevas
perspectivas y fomentaron un espíritu de exploración y cuestionamiento, que
sigue siendo fundamental en la ciencia y la filosofía contemporáneas.
He aquí uno de los sabios escritos de Giordano
Bruno, por el cual fue juzgado de panteísta e influyó notablemente para ser
llevado a la hoguera. Unas letras que hablan con sapiencia sobre un sentido
profundo de la vida, el amor, el proceso de autoconocimiento, la conexión con
el todo y la búsqueda de la perfección a través de la evolución del alma:
“El alma del Universo es el principio creador y
constitutivo del mundo… Dios está en cada hoja de hierba, en cada grano de
arena y en cada partícula que flota en el aire… La Mente Universal se encuentra
en todas las cosas, pues todo lo que existe, tanto la materia como el espíritu,
es divino… La misma fuerza que se manifiesta en el espacio infinito vive
también en la más pequeña de cada una de las partículas… Tanto lo grande como lo
pequeño son una misma cosa, pues cada átomo es en sí mismo el espejo del
universo entero… Las cosas difieren entre sí, únicamente con respecto a los
cuerpos por medio de los que se manifiestan, pues en el fondo todas las cosas
son una misma. De ahí que, si pudiéramos destruir un solo átomo, podríamos
también destruir el Universo entero. Son sus distintos cuerpos, lo que hace que
las almas parezcan superiores unas a otras. En el fondo todas las almas son una
misma”.
“El proceso de la evolución es lento y está
lleno de obstáculos. Así como nuestra Tierra se ha venido formando y
perfeccionando poco a poco por medio de cataclismos, terremotos, inundaciones,
erupciones volcánicas, etc., asimismo el alma humana se viene perfeccionando
por medio del sufrimiento y de las dificultades que tiene que vencer. Sin el
sufrimiento nuestro espíritu permanecerá estacionario, atrasado…
De ahí se sigue que todo lo que llamamos “mal”
es un “bien” que no podemos entender. En otros términos, el mal es una
relatividad… Individualmente nada es perfecto en la Naturaleza, pues todo se
encuentra en estado de evolución. Colectivamente. El Todo si es perfecto. Para
el que tiene siempre en cuenta el Todo y no sus partes, no existe el mal. El
sufrimiento es una necesidad, pues, gracias a él, es que podemos evolucionar.
Comprender la necesidad del sufrimiento es comprender el destino, y comprender
el destino es haber alcanzado el más alto grado de sabiduría. Comprender el
destino es lo mismo que llegar a ser consciente de nuestra unión con Dios. Al
comprender nuestra unión con Dios, con el Todo, nuestro pecho se henchirá de
amor por todas las cosas. Por lo tanto, no existe sino una sola religión
verdadera, y es la religión del amor universal”.
“Debemos acabar con la superstición,
recordemos que las cosas que creemos comprender son tan maravillosas y divinas,
como las que no podemos comprender. El objeto de la vida consiste en poder
comprender el destino, pues ese conocimiento es lo único que puede llevar a
hacernos conscientes de nuestra unión con el Infinito, con Dios, que es la
verdadera redención. Sólo es feliz quien ve las cosas con los ojos de la razón,
el principio de la verdad… El objeto de la vida es alcanzar, la verdadera
sabiduría, la verdadera moral, la verdadera justicia, la liberación de nuestro
espíritu del error, y el conocimiento consciente de nuestra unidad con Dios…”[1]
A veces podemos ver injusticias en este mundo
que no entendemos por qué suceden, y el caso de Giordano Bruno no escapó de
esta condición. Pero, como él mismo lo enseñó: «todo lo que llamamos “mal”
es un “bien” que no podemos entender». Y eso es cierto, porque al enfrentarse a
las injusticias que impuso el poder hegemónico de la Iglesia católica en sus
tiempos, y morir bajo sus garras, Bruno legó a la posteridad un ejemplo de
sapiencia, voluntad y libertad de pensamiento.
Por: Ernesto Marrero R.
Editado el 29 de julio de 2024
[1] El presente texto fue
extraído del libro: Pitágoras, Padre de la sabiduría. Diógenes, El
atleta de la voluntad. Giordano Bruno, el Mártir más auténtico de la historia. Autor:
Carlos Brandt.