He
tenido la necesidad de escribir estas experiencias, que a lo mejor muchos habrán
vivido, y que seguro han creado una serie de inquietudes en muchos lectores,
los cuales llegarán a familiarizarse con este artículo.
El primero de septiembre me encontraba almorzando con un hermano mío y le comenté que pensaba escribir un libro nuevo, el cual iba a tratar sobre una religión africana que se había sincretizado con los indígenas del amazonas después de haber llegado a América en la época de la colonización y el trafico negreo. En ese instante él me comentó que acababa de conocer a un sacerdote que profesaba precisamente una religión brasileña que combinaba las características africanas con las indígenas; bien, hasta allí sólo me pareció interesante la coincidencia, pero cuando le comenté que en mi libro pensaba ubicar el templo o lugar de culto de estos grupos en un sector preciso de la ciudad de Caracas, me comunicó que exactamente allí se reunían ellos. Para mí en ese momento se acabó la casualidad para convertirse en un suceso especial.
Al día siguiente encontré una revista que tenía días buscando por la casa pero no la hallaba, hasta que esa mañana mi esposa la ubicó en una bolsa cerca del lavandero y me la entregó, entonces elegí uno de los tantos artículos que estaban disponibles y comencé a leerlo. Hablaba sobre una mujer llamada Silvia, casada, de treinta y cuatro años de edad y dos hijos, la cual se encontraba deprimida. Me encontraba imbuido en la lectura, hasta que apareció mi esposa y le pregunté que estaba haciendo, a lo que me respondió:
—Estaba hablando con mi amiga Silvia,
hoy está cumpliendo treinta y cuatro años, pero la sentí un poco deprimida, a
lo mejor es que sus dos hijos estaban discutiendo, y la esta situación la puso
así, me imagino que su esposo había salido y estaba sola con ellos.
Entonces le mostré el artículo que
comenzaba con esa misma descripción y quedó atónita.
Despégate de la
ilusión de lo que ves
y conocerás el mundo
de lo no visto
sólo así podrás entender
que la muerte
es cambiar, pero
nunca desaparecer.
El
mensaje era interesante y a cualquiera le hubiera parecido algo normal leerlo,
la única diferencia es que a mi se me había muerto un tío el día anterior.
Jung acuña el término sincronicidad para tratar de explicar la ocurrencia de dos o más acontecimientos de igual o similar significación, sin una posible conexión causal. Este concepto se distingue del sincronismo que se define como la ocurrencia simultánea de dos sucesos o más, y se contrapone al principio causal utilizado en occidente para explicar la ley de causa y efecto.
El universo con sus millones de estrellas y planetas, es un libro abierto esperando a ser leído. Los fenómenos como la telepatía, la clarividencia, la precognición, la mediumnidad, la telequinesis y desde luego la sincronicidad, forman una manera de comunicación en la que se conjugan diversas condiciones energéticas para hablarnos y darnos pistas del camino a seguir en la vida, donde en ocasiones nos sentimos como una balsa que navega por el mar de las dudas y de los cuestionamientos sin un puerto claro a donde llegar.
Caracas, 22 de septiembre de 2007
Por: Ernesto Marrero R.
Publicado en la revista Vida Alternativa
Email: ernestomarreroramirez@gmail.com
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