Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

domingo, 12 de julio de 2020

Una experiencia del más allá



Era una noche parisina del mes de abril de 1645; transcurría el mandato del rey Luis XIV*, cuando dos hombres mantenían una intensa conversación acerca de la existencia de la vida más allá de la muerte. Uno era Louis de Prat, el marqués de Précy, y el otro Charles-Pompée d’ Angennes, marqués de Pisani, quien a su vez era hijo de los marqueses de Rambouillet.
Ambos amigos se debatían según diversos puntos de vista, sobre la trascendencia de la conciencia después de la muerte a un plano inmaterial o simplemente hacia la desaparición de todo.
A sabiendas de que en poco tiempo debían partir rumbo a la guerra y reunirse en Flandes con los batallones del duque de Enghien, el marqués de Précy se sintió temeroso de fallecer y permanecer como un alma errante en el campo de batalla, ya que para él el espíritu, luego de desencarnar, se quedaba cerca de los vivos sólo que no se le podía ver ni hablar. El marqués de Pisani, por su cuenta, argumentaba que no creía en fantasmas y que más bien le parecía que las ánimas entraban a un plano diferente donde olvidaban todo lo que habían vivido en la Tierra o simplemente, al fallecer, proseguía la nada.
Al finalizar la conversación realizaron una especie de pacto donde se juraron que el primero en perecer en batalla, avisaría al otro de lo sucedido y así constatarían sus puntos de vista.
Transcurrieron tres meses y, en efecto, son llamados a combate; parte el marqués Pisani, pero el otro permanece postrado en una cama víctima de una maligna fiebre que le impide ir a cumplir con sus deberes.
Amanecía un 4 de agosto y ya habían pasado algunas semanas desde la separación de los compañeros, eran las seis de la mañana cuando las cortinas del baldaquín se abrieron abruptamente. El enfermo, que yacía acostado, observó con asombro la llegada de su amigo que venía vestido con ropa de camino; exaltado por la alegría, Précy se levantó con la intención de darle un abrazo de bienvenida, pero el otro se apartó y, con la mirada perdida, le manifestó:
— ¡No me toques, por favor!  —exclamó, mientras retrocedía esquivándolo.
— ¡¿Qué te sucede?!... ¿Por qué actúas así? —preguntó con asombro.
— Estoy muerto, sólo vine para cumplir el juramento que hicimos. Ayer perdí la vida en la Batalla de Nördlingen.
— P... Pero esto debe ser una broma, ¿verdad? —inquirió perplejo—. Si te veo delante de mí.
— No, de ninguna manera —afirmó Pisani—. Es cierto. Sí existe otro mundo poblado de almas, pero no puedo darte más detalles; solamente quiero prevenirte para que no lleves una vida tan superficial y te alejes de todo tipo de conflicto bélico, porque en la primera oportunidad te vendrá la muerte.
Précy continuó creyendo que se trataba de una broma e intentó abrazar nuevamente a su amigo pero, para su sorpresa, sus brazos se cruzaron en el espacio vacío sin tocar nada material.
— Te lo advertí... ya no poseo un cuerpo físico —dijo en tono seco.
Seguidamente el marqués de Pisani le mostró la mortal herida con sangre reseca que le había provocado un disparo de mosquetón en los riñones y, luego, ante sus ojos, se desmaterializó.
El marqués de Précy entró en una especie de crisis nerviosa y con los gritos despertó a todos los que vivían en su residencia. Muchos trataron de explicarle que debido a la alta fiebre, seguramente había tenido una alucinación, que se calmara y volviera a dormir, ya que necesitaba mucho reposo para su recuperación.
Los días continuaron su ritmo normal hasta que recibieron noticias de la guerra que le corroboraron cada uno de los sucesos que le había narrado su fallecido amigo. Con el recuerdo vivo de la advertencia de muerte en su cabeza, Précy tomó la determinación de alejarse de todo conflicto armado hasta que estalló el levantamiento civil de la Fronda**; él no lo consideró un combate y por ese motivo decidió aceptar el mando de los gendarmes del Cardenal Mazarino y, en efecto, tal como lo había profetizado la aparición, muere en batalla el 2 de julio de 1652.
Así se cuenta en las Memorias del Conde César de Rochefort publicadas en el año 1688, quien además vivía como inquilino en el palacio del marqués de Précy y tuvo la oportunidad de estar presente el día en que manifestó aquel ataque de nervios después de su extraña experiencia con el más allá.

De mi libro: Y ahora... ¿Por dónde empiezo?



* Fue rey de Francia desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte acaecida el 1 de septiembre de 1715.
** Se denomina la Fronda a un conjunto de levantamientos insurreccionales ocurridos en Francia en contra de la monarquía, que se produjeron entre los años 1648 y 1653 durante el reinado de Luis XIV.

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