20.08.2012 | 07:49 horas PorJOSÉ G. CONCEPCIÓN
El libro “Vida después de la
Vida” supuso en 1975 un auténtico tsunami. Su autor, Raymond Moody, introdujo
por primera vez la expresión “experiencias cercanas a la muerte “(ECM), que el
cine ha popularizado en películas como "Más allá de la vida” (2010),
dirigida por Clint Eastwood o la francesa “Premonición”( Afterwards) (2008)
protagonizada por John Malkovich, que es la que más se aproxima a las teorías
de Van Lommel.
La clase médica oficial calificó
los relatos de las ECM de meras alucinaciones provocadas por por la ausencia de
oxígeno en el cerebro(anoxia) y la liberación de las endorfinas, un opiáceo
natural que sirve para contrarrestar situaciones de estrés como una parada
cardiorespiratoria. Van Lommel no creyó en esa explicación oficial. En 1981
publicó en la revista Lancet una primera investigación sobre las experiencias
de pacientes que habían sufrido una ECM tras superar una parada
cardiorespiratoria con muerte cerebral. Más de treinta años después, dedicados
al estudio de los ECM, se publica en España “Consciencia más allá de la vida”.,
escrito por este cardiólogo holandés. No te deja indiferente.
La última frontera
Van Lommel nos ofrece un dato
desconcertante. Sólo un 18% de los pacientes con encefalograma plano sufren una
ECM. No son meras alucinaciones. Ni intervienen las endorfinas. El regreso
siempre es abrupto y doloroso. Hay más. No se pierde la identidad propia.
Además, ven y escuchan todo lo que ocurre a su alrededor, pese estar en otro
estado, sin tiempo ni espacio. “Sentí –asegura una paciente- que me iba
deslizando hacia las profundidades de otro estado de conciencia. Por decirlo de
algún modo, mi conciencia viajaba mientras mi cuerpo permanecía inmóvil sobre
la cama. Podía ver mi cuerpo, no sentirlo”.
Los que experimentan una ECM
constatan la existencia de una última frontera; más allá de la cual llegaba la
muerte, el viaje sin retorno. Así lo experimentó un joven, completamente sordo,
que casi se ahoga a los diez años.
“Entonces alcancé la frontera. A
pesar de tener diez años, no necesité más explicaciones. Sencillamente
comprendí que nunca podría volver si cruzaba aquel límite. Pero algunos de mis
antepasados estaban al otro lado, llamando mi atención, porque se comunicaban
conmigo mediante una especie de telepatía.”
¿Dónde está esa frontera entre la
vida y la muerte?, nos preguntamos con Van Lommel. Hasta ahora se distinguía la
llamada muerte clínica (cese de la respiración y de la actividad cardíaca) de
la muerte biológica, en la cual el cerebro pierde las funciones de forma
irreversible sin posibilidad de reanimación. Van Lommel pide revisar estos
conceptos admitidos por la medicina oficial.
Los regresados
Estas experiencias cercanas a la
muerte se producían en el pasado. El psicoanalista Gustav Jung sufrió una ECM.
Son experiencias que han aumentado con los avances médicos de resucitación. Las
ECM no dependen de factores como la religión, la raza, el sexo o a cultura. Los
niños también sufren las ECM. “Cuanto tenía cinco años contraje meningitis y
entré en coma. `Morí´ y fui arrastrado hacia un vacío oscuro y seguro en el que
no sentía miedo ni dolor. Me sentía en casa, en aquel lugar…Vi una niña pequeña
de unos díez años. Noté que me reconocía. Nos abrazamos y me dijo: ”Soy tu
hermana. Morí un mes antes de que tú nacieras... Mis padres quedaron tan
impactados que les entró el pánico (…) Me confirmaron que, en efecto, habían
perdido a una hija llamada Riertje. Habían decidido no decírnoslo ni a mí ni a
mi hermano hasta que fuéramos lo suficiente mayores para entender el significado
de la vida y la muerte”
Además de estos encuentros los regresados se
ven rodeados por una luz inexplicable tras un largo túnel. Experimentan también
un cambio de percepción, especialmente sorprendente en personas sin visión.”Lo
siguiente que recuerdo es que estaba en el Centro Médico Harborview,
contemplando todo lo que sucedía allí abajo. Y era terrorífico, dado que no
estoy acostumbrada a ver las cosas de forma visual, ¡porque nunca antes lo
había hecho! ¡Y al comienzo era algo espeluznante! Y entonces por fín reconocí mi anillo de boda
y mi pelo. Y pensé: “¿Eso de ahí abajo es mi cuerpo? ¿Estoy muerta o qué? Ellos
(los médicos) no paraban de repetir: ¡No podemos traerla de vuelta!...”
No todas las ECM son tan
gratificantes. Un porcentaje pequeño, entre un 1% o un 2%, de los regresados
tiene una ECM aterradora que les deja un recuerdo perenne durante toda su vida.
Y esto mismo ocurre en todas las ECM
El síndrome del regreso
Las ECM están más extendidas de
lo que se creen. Según Van Lommel, unas 600.000 personas en los Países Bajos, 2
millones en el Reino Unido y más de 9 millones en EEUU han tenido una ECM. Los
regresados inician, después de una ECM, una búsqueda silenciosa para entender
su experiencia. “Cuando regresé de aquel mundo maravilloso, de aquella
experiencia fascinante, el recibimiento que se me dió aquí, en este mundo, fue
frío, gélido, y sobre todo desprovisto de amor”, aseguró una mujer que sufrió
una ECM tras graves complicaciones en el parto.
Van Lommel describe un auténtico
síndrome del regreso. Las posibilidades de divorcio aumentan al no aceptar la
pareja los relatos de una ECM. En los jóvenes pueden buscarse vías de escape
como las drogas o el alcoholismo. Sólo la aceptación de esta experiencia
–afirma Van Lommel- puede tener efectos positivos, pero desgraciadamente los
médicos no están preparados para afrontar estas pacientes con síntomas tan
desconcertantes. Ni siquiera en la Iglesia encuentran respuestas.
Los regresados experimentan otros
cambios. No tienen miedo a la muerte, son más altruistas y, sobre todo, más
espirituales. Tienen que aprender también nuevas sensaciones tras una ECM como
una intuición agudizada, clarividencia, ver las emociones y sentimienos de los
demás, y lo más sorpendente, su cuerpo puede emitir un campo electromagnético
que rompe cualquier aparato eléctrico con un simple roce. También ven el aura
de las personas como comprobamos en “Premonición” (Afterwards).
La conciencia no está
en el cerebro
Van Lommel no es creyente. No cree en la trascendencia,
pero rechaza, tal como se enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto
de la función cerebral. Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un
cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama una conciencia
no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo
metafísico. La idea de Dios se ha sustitudo en Van Lommel en por una conciencia
humana colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto
existe, ha existido o existirá. Y argumenta esta explicación, acudiendo a la
Física cuántica.
Platea también que el cordón umbilical que nos
une con esa conciencia no local es el ADN, que
–afirma Van Lommel- permite explicar la continuidad de nuestro cuerpo
siempre cambiante. Este cardiólogo llega a una conclusión que parece ciencia ficción:
la memoria trasplantada en las donaciones de órganos. "En ocasiones-
afirma- el ADN del órgano trasplantado continúa funcionando como zona de
resonancia o interfaz de la conciencia del donante, permitiendo al receptor del
órgano sentir retazos de sentiemientos e ideas que apuntan a la personalidad y
a la conciencia del donante fallecido". Estremecedor.
¿Cuándo empieza la
muerte?
Las ECM rompen los viejos
prejuicios sobre la muerte. Es la propuesta de este médico contracorriente que
cuestiona la extracción de órganos en donantes cerebralmente muertos. ¿Equivale
la muerte cerebral a la muerte?, se pregunta este cardiólogo holandés, que nos
revela un dato estremecedor. "La mayoría de la gente ignora que la extracción
de órganos de un paciente `muerto´ a menudo requiere la administración de
anestesia general, a causa del llamado síndrome de Lázaro: reflejos violentos
del donante cuya muerte se ha certificado".
También cuestiona la eutanasia
(legal en Holanda desde 2001). “Podría
cambiar la actitud de los pacientes, su deseo de solicitar la eutanasia o un
suicidio asistido, si se dieran cuenta de que la conciencia sobrevive a la
muerte porque no tiene principio ni fin”.
A Pim Van Lommel no es fácil
callarle. Es un científico atípico dispuesto a intervenir en programas de TV y
a ser entrevistado en prensa y también en televisión. También tiene su propia
web, donde recibe cartas como éstas de personas que han sufrido una ECM. “En
cualquier caso, para mí, personalmente esta experiencia ha sido decisiva para
convencerme de que la conciencia perdura más allá de la tumba. Lo muerto ha
resultado no estarlo, sino ser otra forma de vida”.