Frases

¿Cómo te gustaría que te sorprendiese la muerte? En lo que a mí respecta, yo quisiera que me sorprendiese ocupado en algo grande y generoso, en algo digno de un hombre y útil a los demás; no me importaría tampoco que me sorprendiese ocupado en corregirme y atento a mis deberes, con el objeto de poder levantar hacia el cielo mis manos puras y decir a los dioses: “He procurado no deshonraros ni descuidar aquellas facultades que me disteis para que pudiera conoceros y serviros. Éste es el uso que he hecho de mis sentidos y de mi inteligencia […]

Epicteto

sábado, 2 de abril de 2016

Sobre el deseo en Schopenhauer




Arthur Schopenhauer
Sentimos el deseo, al igual que el hambre y la sed, pero en cuanto lo hemos colmado pasa con él lo mismo que con el bocado saboreado, el cual cesa de existir para nuestro sentimiento en el instante en que es tragado.

Todo querer surge de la necesidad, o sea, de la carencia y, por lo tanto, de un sufrimiento. La satisfacción pone fin a este; pero por cada deseo que se cumple, quedan por lo menos diez sin satisfacer; además los apetitos duran mucho y las exigencias tienden al infinito, mientras que la satisfacción es breve y dosifica con escasez. Pero incluso la satisfacción perecedera es aparente; el deseo colmado cede sin demora su puesto a uno nuevo: aquél es un engaño conocido y éste uno todavía sin conocer. Ningún objeto del querer puede, una vez conseguido, procurar una satisfacción duradera y que no se retire jamás, sino que siempre se asemeja tan sólo a la limosna echada al mendigo y que sustenta hoy su vida, para prolongar mañana el tormento. Por eso mientras nuestra conciencia se vea colmada por nuestra voluntad, muestras estemos entregados al apremio de los deseos, con su continuo esperar y temer, mientras seamos el sujeto del querer, no habrá para nosotros dicha o calma duradera. Si perseguimos o huimos tenemos la desgracia o anhelamos el goce, es igual en lo esencial: la preocupación por las continuas exigencias de la voluntad, cualquiera que sea su forma, colma y gira sin cesar la conciencia, sin reposo ni bienestar posible. Así el sujeto del querer está girando continuamente sobre la rueda de Ixión, acarrea siempre agua al cedazo de la Danaides y se consume eternamente como Tántalo.

Fuente: El mundo como voluntad y representación.

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